viernes, 23 de noviembre de 2018

El huevo de la serpiente

Llevo muchos días tratando de escribir algo nuevo en mi blog. Eso no quiere decir que no he escrito porque este último tiempo he escrito mucho, pero la mayoría de lo escrito no quiero releerlo.
La razón por la que decidí volver a escribir son principalmente dos: la primera, es que hace un tiempo me hablo una persona x que en mi vida había hablado y amablemente me dijo "oye yo leía tu blog", además una amiga me dijo que le habían dicho que yo tenía un blog. Asique pensé "oh, alguien más aparte de mi papá leía mi blog", esa fascinación que tenemos los pseudo millenians de ser escuchados es terrible.
Y bueno, acá estoy.
Y como estaba acá, tuve que leer lo que había escrito hace dos años atrás, y pucha que están distintas las cosas. Ni se imaginan. Lo que si, me gustó leerlo porque me dio una sensación de satisfacción y de recuerdos bonitos que no había sentido hace rato.
Lo que quiero escribir hoy, es súper distinto a todo lo que leí más abajo, de hecho los sentimientos que tengo ahora no se parecen ni un poco a los de ese tiempo.
A la siguiente historia le llamaremos la salida de mi zona de confort porque luego de mucho pensarlo, eso fue.
No sé si a alguien le ha pasado, pero cuando el universo te obliga a salir de tu zona de confort, uno se niega y se niega, y por más que el mundo te dice "ya valiste", uno cree que siempre se puede mantener ahí, pero no po, la weaita no funciona así. Y en algún momento tenemos que salir y afrontar los demonios que tenemos.
En un principio sentí que el mundo se me iba  a ir a la chucha, y bueno, prácticamente así fue. Gráficamente me sentí como que me tomaron y me arrojaban hacia el suelo, y así muchas veces, y daba golpes y golpes. Un día despertaba con esa engañosa sensación de que "ya, basta, párate y toma todos esos pedazos tuyos que están rondando, y desde ahora sólo pasarán cosas buenas". Eso es lo más engañoso que se puede auto decir una, porque efectivamente faltaba mucho para aquello.
Lo penca fue el día en que mi cuenta que ya nadie me estaba arrojando al suelo, o quizás sí, pero ahora era con compañía: yo. Ahora era yo misma la que seguía lanzándose al suelo, en esos actos masoquistas que realiza la gente que esta en la mierda.
Pero bueno, al final fue mi decisión caer al hoyo, un día decidí cerrar los ojos y paff, empezar a caer para abajo mierda, y ahí me quedé, por varios días. Todo el día pensando lo mismo, todo el día llorando, todo el día odiándome, odiando al mundo, odiando lo que antes no odiaba. Y hasta pensé que me iba a quedar ahí por un buen rato porque quizás lo merecía.
Gracias a los dioses existían en mi vida personas maravillosas que me fueron sacando de a poquito, que con puro amor me ayudaron para salir, el amor que extrañamente durante todo este tiempo no valoré, siempre estuvo ahí. Mi familia y mis amigas, ahí poniendo el hombro.
Pensaba yo, había días malos y muy malos. Generalmente en los malos quería estar acompañada, en los mas malos prefería estar sola.
Para qué decir como era despertar, creo que realmente fue lo peor de todo, despertar y sentirme igual.
Lo que más tenía ahí abajo era miedo, miedo de crecer, miedo de salir al mundo sola, miedo de no podermela conmigo misma, miedo de decir adiós, miedo de perder personas, al final todo era miedo. Siempre he sido súper asustadisa y precavida para qué decir, pero esto era más que eso, era un temor a crecer.
Pero dentro de todo, salí, y aquí estoy. Conociéndome, llena de preguntas hacia mi misma, llena de dolores, llena de ganas de aprender y por sobre todo llena de ganas de poder construirme de nuevo, porque al final eso fue: me rompí entera y ahora debo rearmarme, el esqueleto al menos me lo armó mi alrededor, pero falta la parte más importante, y creo que esa me toca a mi.
Siempre he sido súper criticona, con todo el mundo, pero esta vez me empecé a criticar a mi, a mi carrera, a mi vida, a mi forma de ser, en definitiva todo. Me dí cuenta que básicamente mi felicidad estaba centrada en una persona y no en mi. Error.
En fin, eso fue en pocas palabras. Podría estar toda la noche escribiendo sobre mi salida de la zona de confort, pero creo que no es necesario.
Lo último que puedo decir es que es súper bonito el proceso de rearmarse, o no sé si bonito, pero interesante, y vale re mucho la pena.

PD. El título se llama así por dos razones: hoy vi una película que se llamaba así y la segunda es que no sé si se han fijado que los huevos de las serpientes son súper lindos, y dan ternura, pero dentro de ese maravilloso huevito se está gestando una serpiente. Creo que esa fue la sensación que me dejó todo esto, yo miraba el huevo, que al fin y al cabo dentro tenía una serpiente.