domingo, 13 de octubre de 2019

Lluvia de ideas en una lluvia que se aproxima

La universidad me ha hecho feliz, quizás queda poco y me agobia a veces, pero en general ya me hace feliz. Sé que algún día gracias a ella y el esfuerzo de hoy, podré hacer lo que toda la vida soñé y no es ser abogada, es ayudar a alguien más. Aunque todos dicen que en algún momento se me olvidará, espero que no y es por eso que lo escribo acá, para que nunca se me olvide.
La universidad es bacan, y la universidad pública lo es más: se discute, se aprende, sabemos qué pasa afuera, nos molesta, protestamos, nos enojamos, sentimos rabia y todo en colectivo. No me arrepiento de haber entrado acá, de estudiar esto quizás, pero no me arrepiento.
Tengo buenas amigas, buenas personas y me hacen feliz.
Mi corazón está en paz, está lleno de amor propio y amor de afuera. Llené todos mis espacios, lo reconstruí y no lo hice sola, mi familia y mis amigos me ayudaron.
Y ahora, debería estar estudiando, me quedan algo así como 40 páginas, pero escucho mi canción favorita: she will be loved. Estoy completa.
Me he sentido amada, y es distinto, tengo miedos y demonios, pero se irán.
Espérame.
Mañana quizás llueve, y me hace feliz.
Me gusta mi pieza, es rosada y blanca, tengo muchas fotos con mis amigas, con mi familia y tengo muchos organizadores que pretenden organizarme, pero no lo logro. Soy un desastre a veces, pero me quiero así: desastrosa, a veces irresponsable y mediocre, pero otras veces responsable y preocupada. Da igual, por algo he llegado hasta acá.
"Soy hermosa, soy buena, soy inteligente. No soy mejor que nadie, ni nadie es mejor que yo". Gracias Isidora por pintarme ese cuadro que leo todos los días cuando despierto. Y que cierto que es.
Esto está desordenado, pero necesitaba escribir. Me gusta escribir, me gusta leer. No me gusta procesal.

domingo, 1 de septiembre de 2019

Otra vez septiembre

Ayer acabó agosto y por lo tanto el mes de mi cumpleaños. En mis 23 años nunca había celebrado tanto, pero este año podríamos decir que celebré casi todo el mes, hasta ayer.
Ahora lo único que quiero es descansar y seguir disfrutando, hacer la tesis, ir a la U, estar con mis amigas y seguir llenándome por dentro.
Sin embargo, sabía que el comienzo de septiembre me traería algo de melancolía. No sé, me siento como en semana santa, cuando la gente católica hace una especie de vía crusis, yo el año pasado en septiembre estuve igual: en mi propio vía crusis. No es que me esté comparando con Jesús, quien por lo demás lo encuentro espectacular porque mis profes dicen que fue el primer revolucionario de la historia, pero me parece interesante esa forma que tienen de ir recreando el proceso de su muerte.
Bueno, yo, a través de mis historias de instagram puedo ir viendo de a poquito cómo me fuí muriendo en septiembre del año pasado.
En realidad, no creo que aquello sea tan malo.
Lo bacan de todo esto es que ahora me siento distinta, siento que todo sirve y nada se pierde, todo se transforma. Y así me pasó, no me perdí, me transformé.
Aunque no sé si tanto.
Una de las cosas más tristes que me pasó ayer fue que se me acabó mi libretita. Y ya no puedo escribir más en ella, lo que igual lo encuentro bueno porque ya estaba sobreexplotada de un tema y ahora tengo muchas cosas nuevas que escribir. Estaba un poco aburrida de releer lo mismo.
Pero, lo que más me llamó la atención de ella es que la primera vez que escribí ahí fue el 1 de septiembre de 2018, y dice una parte algo así "tengo prueba el lunes de tributario, tengo miedo; pero nada me asusta más que perderte, y creo que ya lo hice hace unas semanas". Por eso, siento que debo botarla ya.
Con todo, hoy sólo puedo pensar en lo bonito que ha sido este año, en lo hermoso que fue mi cumpleaños y todas las personas que me acompañaron, en lo bien que me sentí (como nunca antes), en lo feliz que fuí mirando a todos mis amigos cantándome, grabándome, gritando que me tome un vaso al seco, y todas aquellas cosas que hace un año no hubieran sucedido. Y como siempre, llegue a mi casa y ahí estaban: mi amada familia. Mi mamá compró muchas cositas ricas, comimos, nos reímos, hasta comimos completos. Tengo buena memoria, y podría decir que este fue uno de los mejores cumpleaños que he pasado, no me faltó nada: estuve completa.
Y ahora viene septiembre, otra vez. Hace unos años era mi mes favorito.
Me gusta celebrar, me gusta cantar, me gusta estar en mi casa con mi familia, me gusta salir a fondas con mis amigas, y por sobre todo me gusta que me pegue el sol. Pese a que odio el calor, en septiembre es bacan, es bonito.
Y eso, que siga esta vida, que no me falte nada, y como dice la Rocío: que estar soltera nunca deje de estar de moda.

viernes, 7 de junio de 2019

Difícil

A mi familia. 
Está lloviendo. Debo ir a la universidad, pero me queda tiempo. Puse leche en una olla, eché caleta y chocolate: chocolate caliente para apreciar la lluvia. Me quedé mirando la ventana. 
Mientras pensaba. 
El año pasado fue duro. 
Recuerdo perfectamente cuando mi mamá se enfermó, nos enfermamos todos en la casa con ella y decidimos apañarla mucho con su enfermedad. Como dice mi papá, hemos salido de las más duras y de esta íbamos a salir otra vez: juntos. 
Nos empezamos a apañar como podíamos, sonreíamos frente a los demás cuando no queríamos y llorábamos a escondidas todos. Lo pasamos mal, pero sabíamos que ya vendría lo bueno, porque esto traería muchas cosas buenas. 
Cuando mi mamá ya se estaba mejorando y estaba un poco más bien. Vine yo. 
Me acuerdo perfectamente cuando decidí irme a Viña a pasar mi pena sola porque no quería que en mi casa se preocuparan por mi, grave error. 
Cuando le conté a mi hermana del momento difícil por el que estaba pasando me dijo: aquí estaremos todos para ti, como siempre. Y pucha que tenía razón. Decidí venirme y recuerdo abrir la puerta de mi casa, ver a mi mamá y llorar, llorar y llorar. Mis hermanos me miraban y se lastimaban, mi hermano sabia que se venía dura la tarea de reponerme, pero decíamos: vamos a salir de esta también. 
Conversábamos, nos reíamos, comíamos y llorábamos. Algunos días me acostaba y no me levantaba, no me recriminaban mis decisiones, pero sabían que todo estaba mal. 
Al final, me di cuenta que todo lo que escuché toda la vida era cierto. Estamos juntos en esta y en todas decía mi papá. 
Y ahora me tocaba a mi, a la más chica, a la más buena para reír, me tocaba llorar. 
Todo pasó, y juntos salimos. 
Yo no quería traer más pena a la casa porque veníamos recién saliendo de la pena de mi mamá, pero me di cuenta que no podía esconderla y debía sacarla. Llorar a escondidas no sirve siempre. 
Y bueno, así fue, salimos de esa y de muchas más. 
Estamos más unidos que nunca y nos amamos más que nunca.
Papá, mamá, hermanos y sobrinos. 
Lo que más puedo rescatar de todo esto es que aprendí a valorar, porque ahora estoy lejos de ellos, pero sé que están bien y ellos saben que estoy bien, nos veremos el fin de semana y nos llenaremos de energía para seguir dándole pa delante. Porque nosotros no somos de esos que tienen suerte y le pasan cosas buenas porque si, debemos esforzarnos para conseguir lo que queremos. 
Y así seguiremos. Ahora estamos felices, amándonos todos. Y le quiero decir a la vida que acá estamos, muy fuertes para lo que venga. 

viernes, 3 de mayo de 2019

Amistad

Como siempre, re leí mis anotaciones. En la mayoría de ellas del último tiempo escribí: hoy fui feliz, pero feliz de verdad, salí con mis amigas, nos tomamos unas cositas y volví al departamento. Me siento plena, me siento completa. Y hace años no me sentía así.
Varias anotaciones se resumen a eso, deben ser al menos quince veces que escribí eso terminando el día.
Y ahora, sigo pensando y sintiendo lo mismo: que bonito es que existan, que bonito es mirar hacia el lado y ver a mis amigas, que bonito es que estén, y que bonitas son.
No puedo más que sentirme afortunada de tenerlas, no me imagino la vida sin ellas, no me imagino un día en mi vida sin conversar con alguna de ellas, ni tampoco me imagino que hubiera sido de mi sin ellas. Jamás podría parar de agradecerles, pero por ahora, nos agradecemos acompañándonos, queriéndonos y disfrutando de la juventud, porque pucha que es bacan.
Hace muchos meses vengo pensando sobre muchas cosas relacionadas con la amistad, y me costó mucho sentarme a escribirlas porque siento que exploto de ideas y no puedo ordenarlas, por eso quizás sea un poco desordenado esto. En mi libretita de anotaciones escribí muchas veces sobre esto, pero ahora siento que ya puedo canalizar la idea.
Hace unos años, varios en realidad, conocí a quién fue por muchos años mi mejor amigo (o eso creía yo). En el momento en que nos hicimos amigos, él había perdido a uno de sus grandes amigos, lo cual le acongojaba mucho y le causaba mucha tristeza.
Con el pasar de los años, y mientras más nos estábamos conociendo, me di cuenta que uno de sus mayores dolores tenía que ver con eso: la amistad. Ya que, por distintas causas de la vida nunca había tenido amigos de verdad, o más bien, nunca había sentido eso de querer tanto a alguien como familia sin serlo, y eso es la amistad.
Yo siempre me sentí triste también por la situación, ya que pensaba "pero por qué le pasa eso, si es tan buen amigo, tan buena persona, por qué no tiene la fortuna que tengo yo de tener buenos amigos". La situación siempre era triste, cada cierto tiempo el dolor de él afloraba y me decía, a veces hasta las lagrimas: no tengo amigos. Ante lo cual, yo me lamentaba también, hasta me daba rabia. Pero había algo que me tranquilizaba, y era que yo si era su amiga, y pese a todo, por mi parte siempre estaría para él, porque así al menos entendía yo la amistad, y el amor en este caso. Además, le entregue la amistad de mis amigas, que ahora entiendo, es una de las cosas más valiosas que tengo.
Las hice sus amigas, a cada reunión con ellas lo invitaba porque quería que conociera lo maravillosas que eran. Lo anterior, obviamente dio frutos porque al final todo terminó en (lo que yo creía) una linda amistad entre todos.
Sin embargo, al final, entendí todo. Y es una lata que uno nunca termina de conocer a las personas (aunque suene cliché, es la pura verdad), y pese a que nuestra amistad duró muchos años, me di cuenta del error que cometí.
No era buen amigo.
Y me dolió, me dolió porque yo sentía su dolor, me dolió porque yo encontraba injusta la situación, y si hay algo que no soporto son las injusticias.
Pero, la vida se encargó de demostrarme lo contrario: no tenía amigos porque no era buen amigo. Si yo que fui su única amiga por años salí lastimada hasta desgarrarme de dolor, no le desearía a nadie su amistad.
Y eso, cuiden a sus amigos. No crean que todos son malos, hay de todo en esta vida.

jueves, 21 de febrero de 2019

El sur, los recuerdos, la gente y yo


Ahora ya acabó este viaje muy loco, por lo que me siento muy feliz, agradecida y por sobre todo tengo un sentimiento de gratitud enorme que al parecer no es primera vez que siento.
Comparto esta foto porque representa mucho para mi, que es lo que contaré a continuación:
Hace como cuatro años atrás comencé a ir de vacaciones "sola", y con ello me refiero a sin la compañía de mis papas o de alguien de mi familia.
Lo importante de cada viaje ha sido que cada año, cada uno de mis veranos he estado rodeada de pura gente bacan y familias tremendas, que me han entregado más que buenas cariocas, bachilleratos, tardes en la playa o conversaciones llenas de cosas pulentas. Me han entregado recuerdos que atesoro en lo más profundo de mi corazón.
Ahora, haré un pequeño recuento de lo que han sido estos veranos.
Creo que la primera vez fue cuando me fui a La Serena en el 2016, el viaje fue muy bacan, y lo hice con personas muy buenas, no nos faltaron las risas, las caminatas y las cariocas obvio. Ese viaje fue el comienzo de considerar familia por primera vez a personas que no lo eran. La hice mía por muchos años hasta hace poco.
En aquel viaje, recuerdo que dormíamos hasta tarde antes de salir, lo que es raro en vacaciones. Además, comimos varias veces porotos granados (mi comida favorita) y conocí la playa de totoralillo que está en la lista de mis favoritas.
Aún tengo una foto de ese viaje en mi instagram porque fue muy lindo e importante para mi.
Luego, un día estaba viendo fotos del sur y me dije a mi misma: misma, tienes que ir. Asique se lo propuse a quien fue mi acompañante y obviamente nuestra primera pregunta fue ¿y con qué plata? y se me ocurrió la brillante idea de vender cositas en la U para los pasajes, lo demás lo veríamos en el camino.Y así fue, vediendo dulces en la U, junté la plata suficiente para irnos a Puerto Montt, compramos los pasajes y en el verano trabajé de promotora para costear mi estadía allá. La familia que me recibió allá eran amigos de un tío, vivían en una casa preciosa y a la orilla del lago.
Habíamos dormido como 2 días ya en carpa, por lo que llegar a una casa tan acogedora (nos recibieron con un asado) y una cama tan cómoda fue muy bacan.
Esos días fueron muy hermosos.
Y bueno, el 2018: de nuevo al sur. Con toda una familia, nos fuimos en un furgón porque eramos como 12. Puedo decir con toda autoridad que me fui con buenas personas. Y eso no se encuentra en cualquier lado. Me hacían sentir como en casa, pese a estar rodeada de extraños.
Conocimos muchos lugares, viajamos harto y comimos harto.
Creo que lo más divertido de todo era que jugábamos al bachillerato y yo tenía que darles ventaja porque me sé ese juego de memoria. Era muy entretenido.
Ese verano lo atesoro junto con los anteriores en lo más profundo de mi corazón y los buenos recuerdos.
Y ahora, 2019 el año de los cambios, de las metas, de la nueva vida. Otra vez el destino: el sur. Pero ahora, con amigos.
Y con todas las personas que salen en la foto compartimos por varios días. Ese día nos colocamos todos gorros de la colección de aquella casa, que era muy acogedora y llena de amor y buenos recuerdos.
Con todo lo que he dicho, no me queda más que agradecer. Agradecer a la vida por colocar a tantas personas buenas y lindas en mi camino. Agradecer al universo porque todo lo que he vivido me ha llenado de amor por dentro.
Agradecer a cada una de las personas que se ha cruzado en todas estas experiencias. A todas por cada risa, por cada pelea, por cada baile, por cada lugar que me dieron para dormir.
Sólo puedo decir que soy feliz, que no me duele mirar atrás, no me duele que mis recuerdos esten plagados de personas que quizás ya no serán más parte de mi vida. Y no me duele porque me llené de amor de ellos, me llené de su bondad, me llené de todo lo que teníamos para entregarnos.
Y así es la vida, pasajera y loca. La gente viene y va, pero cuando vienen, pucha que es bonito. Y cuando van, hay que despedirlas con amor y atesorando todos estos hermosos recuerdos dentro del alma.
Por eso de repente muchas personas me preguntan ¿oye por qué no has eliminado tal foto? no la he eliminado porque todo aquello fue parte de mi, y seguirá siendo parte de mi por siempre. Porque sin aquello no sería lo que soy ahora. Como dice la frase del estadio nacional "un pueblo sin memoria es un pueblo sin futuro", y yo por siempre tendré todos estos hermosos recuerdos en mi memoria y en mi corazón.
Y ahora aprendí que vienen más, vienen más personas, más amigos, más viajes, pero lo que importa es que todos me han llenado el alma.

lunes, 7 de enero de 2019

Hola para mi de nuevo

Debo admitir que este último tiempo, cuando empecé a conocerme y quererme a mi misma con todo el caos y la crisis interna que me invadió, terminó siento todo muy loco. Esto por varias razones, y una de ellas es la de esto que les voy a contar ahora.
Me empecé a dar cuenta de todas las cuestiones que me definían como yo, ósea quién era la Josefa y qué me hace distinta.Todos los días empecé a ver las cosas que me gustan, las que me dejaron de gustar, y las que más me gustan.
Obviamente en lo primero que pensé fue: me gusta la comida chatarra más que nada en el mundo, sobre todo los completos y las papas fritas. Y eso es muy cierto, porque mi amor por los completos es enorme. Siempre le cuento a la gente que cuando llegue a estudiar a Viña y aceptaban junaeb en todos lados, me pasaba todos los días en el mall, iba a tomar de once un completito o una pollo crocante italiana del Pedro Juan y Diego. Y de verdad que era todos los días, de once, almuerzo, daba igual. De hecho, es por esa razón que la mayoría de las personas dicen que soy una persona que se alimenta muy mal, y encuentro que tienen toda la razón, porque mi amor por las papas fritas es muy grande y probablemente moriré muy joven.
Lo segundo que pensé, relacionado con la comida, es que es terrible esa manía que tengo de dejar un poco. Siempre que como algo, tengo que dejar un poquito. Loquita po´.
Luego, fui pensando en cosas más ridículas que no tienen tanto que ver con los gustos. Por ejemplo, cada vez que voy al cine, como en los 3/4 de película me dan ganas de hacer pipí, y pucha, es super triste perderse una parte de la película, asique obvio que me espero hasta el final, pero muerta de ganas por hacer pipi jeje.
Y así muchas cosas, que las resumiré:
Todos los días me echo crema en la cara y en las manos y tiene que ser emulsionado, sino no me gusta.
Soy rara con los desayunos, porque durante muchos meses tomo el mismo. El año pasado fue el año del chocapic receta original con leche, el ante pasado de la leche con café, el ante ante pasado el de las leches milos, y así sucesivamente.
No me gusta dormir con ropa, si no es con pijama no estoy cómoda.
Se me hielan de manera increible los pies y la nariz en invierno, pero de verdad es terrible.
A veces cuando hablo se me cae la baba o salta jajaj.
Me gusta leer.
Se tocar la guitarra, y cuando chica me creía cantante. Hasta gané un festival.
Siempre mi celular tiene la pantalla rota. Y me duran muy poco.
Soy muy cobarde. Y me desesperan las situaciones tensas, por lo que siempre me arranco.
Mi comida favorita son los porotos granados.
Mi dedo chico de ambos pies es muy pequeño, y a mis amigas les da mucha risa y se burlan de mi.
Cuando chica tenía mucha personalidad, y era muy agrandada. Ahora me arrepiento un poco.
Estudio mucho por la dificultad que tiene para mi la U, por lo que a veces no tengo tiempo para hacer muchas cosas y eso me estresa mucho, porque no me gusta estar sin hacer nada. Pero con el tiempo fui aprendiendo a compatibilizar mis tiempos y poder hacer todo de la mejor forma.
Cuando tengo hambre o sueño me pongo idiota.
Me incomoda que me miren o me digan cosas buenas mías.
Me sé el bachillerato de memoria, asique nunca me podrán ganar.
Me encanta jugar carioca.
Me gusta mucho la música, todo tipo de música, y tengo dos canciones favoritas: she will be loved y un día de ayer.
Y todas esas cosas, son muy mías y me gustan. Porque esa soy yo, así. Sin más ni menos. Esta soy.
Lo más importante de todas esas cosas que escribí es que ahora ya no soy tan igual a antes, y no porque ahora tenga el pelo corto, un aro en la nariz y me guste el vino. Sino que ahora me siento distinta, siento que quiero todas esas cosas que soy yo.
Lo  más importante de todo lo que soy es que amo mucho a mis amigas y a mi familia. Mi amor por ellos es gigante.
Y por último, hasta hace un tiempo no me gustaban los abrazos, excepto de tres personas en el mundo: hermana mayor, mi sobrina y quien era mi pareja en ese tiempo. Solamente me gustaba que me abrazaran ellos. Pero ahora, algo cambió, ahora me gustan los abrazos, me gusta que me aprieten.
Y esto soy ahora, lo mismo, pero con más garra. Ahora conozco mis inseguridades, mis miedos, conozco lo que es tener pena. Y me conozco a mi.
Y todo eso lo aprendí mirandome a mi, preguntándome ¿de verdad vas a dejar que todo esto no te deje nada? y pucha que me dejó cosas bacanes.
Y todos los demonios que circulan, los puedo mirar y decirles ¿ya, y qué?
Filo, se acabo todo. Ahora a darle pa adelante, que la fiesta sigue.Y si no sigue, me armo otra pa mi.