viernes, 2 de octubre de 2020

El amor en 2020

 El amor en 2020 es raro.

Ya, pero cómo no va a ser raro si estamos en una pandemia. Donde se supone que día a día estamos sobreviviendo, o eso dicen, pero yo eso no me lo creo tanto. 

Creo que estamos todos de acuerdo en que no podemos procurar amar si estamos preocupados de sobrevivir, o al menos amar bien. Porque para amar bonito uno tiene que vivir, y con vivir me refiero a esa imagen donde está el nadador en el trampolín y se lanza con una pirueta magnífica y cae sin que salte agua. Algo así es el amor, debemos lanzar así una pirueta y tirarnos no más a la piscina, pa que sea bonito, completo y valioso. Porque claro, obvio que requiere esfuerzo amar, y no por ese cuento de los viejos de qué hay que darle hasta que duela, sino porque es difícil dejarse sentir mucho.

El amor en 2020 es inseguro.

Esto no requiere más análisis, pero creo que todes nos hemos vuelto un poco inseguros ahora, o sea claro, si estamos separados, estamos todo el día “en nada” y además, todo el día en el celular y viendo Instagram (que como sabrán es la red social donde nacen el 76% de las infidelidades según lei en un blog la semana pasada).

Entonces, con todas esas combinaciones aparecen todas esas inseguridades que creíamos haber dejado de lado por allá por el 2017.

El amor en 2020 es lindo.

Y ahora ya me pondré a hablar de mi. Asique si quieren dejen de leer porque quizás se pone aburrido.

Sin duda alguna, los años par para mi gusto siempre son malos. Y este no podía ser la excepción. Pero creo que este se pasó. Y como yo a veces tengo suerte, la tuve ahora y tengo conmigo al mejor compañero que pude  haber elegido.

Les cuento esto porque es evidente que no me puedo quejar, veo casi todos los días a mi compañero, lo abrazo y puedo mirar sus ojitos preciosos casi todos los días. Cuando la cosa se ha puesto difícil ahí está, dándome amor y cariño. 

¿Qué más puedo pedir? 

Obvio que puedo pedir más, porque hartos años que aguantamos nosotras de discriminación contra mujer asique ahora cagaste Oliver.  Es broma, pero a veces siento que pido demasiado, pero soy consciente de aquello y pido disculpas. 

Y bueno, me aburrí ya de escribir. 

Amen, amen mucho y quiéranse. Porque posiblemente se acabe el mundo (eso quizás no pase pero es bueno pa mandarse cagas y no sentir tanta culpa).

Sean sincerxs, no se enojen por weas si miren po, esta la caga ya en el universo. 


miércoles, 5 de agosto de 2020

Pensamientos nocturnos de un día normal

Hoy fue un día normal. 
Desperté, sonreí. Almorcé, sonreí. Comí, sonreí. Todo bien, estoy sonriendo, me vieron ya, todo bien. Ahora la verdad.
Estoy atrapada.
No quiero esperar más.
Quiero mi libertad.
Ya no quiero responder preguntas, ya no quiero fingir, quiero dormir hasta la hora que yo quiera, comer a deshoras, existir y no existir. No sonreír para fingir.
Quiero ser yo. 


domingo, 3 de mayo de 2020

Volver o llegar

Cuando tenía 18 años me fui de mi casa. Tenía mucho miedo porque no sabía cocinar y la gente te dice “te vas a morir de hambre”, acaso sabrán que eso es lo que menos cuesta de vivir solos? En realidad es lo que se torna menos relevante, considerando que tienes que levantarte por tu cuenta todos los días, y eso si que es difícil.
Irse de casa es difícil, pero volver es más difícil. En verdad creo que no volví, sino que llegue. La Josefa de hoy nunca estuvo aquí, porque en 5 años pasan muchas cosas en uno, te caes, te rompes, aprendes y muchas cosas. Definitivamente la que se fue, no es la misma que volvió por la pandemia.
Hay días en que no paro de pensar cuanto extraño a esa yo, a esa  que tenia su pieza desordenada y nunca nadie le diría nada, más que ella misma cuando ya se cansaba.
Quiero existir, yo. Mi lugar, mis ganas, y hasta mi comida, porque mal que mal: comería todos los días fideos con Champiñón sin ningún problema. 
No quiero horarios, esos eran míos.
Quiero silencios permanentes, de esos que aburren y gritas para escuchar algo.
Me extraño, porque uno en casa de sus papas se reprime: debes esconder tu pena, porque es extraña. Debes esconder tus ganas de qué hay días en que no quieres existir, porque eso quiere decir que no estás a gusto.
Quiero mi espacio, mi libertad, mi tiempo y mi yo. Donde si mi corazón quiere llorar lo hace, gritar, alegar, sin afectar a nadie. Quizás a mi misma, pero a nadie más.
Extraño mirar el techo con pena, escuchar que alguien llego, pero nunca saber quién fue, si la jo o mi hermano. Porque el cuerpo ese día no podía moverse para existir. Y nadie te consuela porque para eso está uno mismo, y es bonito. Es bacan sanarse a sí mismo sin preguntas externas.
Quiero a mis amigas, quiero tomar once con ellas. Que me levanten de la cama cuando tenga pena.
Hablar por teléfono sin que nadie esté oyendo. Saber que viene el miércoles o jueves y las veré. Saber que están cerca, y puedo ir cuando quiera.
Sentir hambre, por mi culpa y hacerme un pan tostado con leche con chocolate.
No extraño la universidad, extraño mi soledad.
Por ahora lo sé, quiero mucho y no se puede tener nada de ello.
Todo lo anterior suena mal agradecido, porque sip, hay gente que no tiene nada. Y lo se, ahora me dio cuenta: lo tenia todo
Sé que es difícil que todo vuelva a ser así, estamos en una pandemia, y hasta el nombre suena aterrador.
Pero me gusta escribir. Y todo lo anterior es lo que necesito. O quizás más.
Yo amo a mis papas, pero esta ya no es mi casa. Esta no soy yo. 

sábado, 25 de abril de 2020

Resignación

He escrito mucho en esta cuarentena, nada muy alentador, más bien, todo tiene un poco de pesimismo y amargura (características de mi ser de esta cuarentena).
Hay días en que no puedo dejar de pensar, como dice Carla Morrison: mi mente no deja de correr. Me pregunto a mi misma ¿qué pasaría si hubiera tomado las decisiones correctas? Quizás no sentiría hoy esta insatisfacción de lo que voy a ser y hacer.
Pero, luego a lo hecho pecho.
Siempre dude sobre qué estudiar, pero dentro de mi sabía que estudiaría derecho. Pese a que mi sueño siempre fue: enseñar. Lo que sea, donde sea, pero enseñar.
Tenía 18 años cuando lo decidí, y era más idealista que ahora, pensaba yo, quiero mejorar las cosas, quiero cambiar este país y sobre todo aberraba la injusticia, por lo que pensé yo, estudiando derecho de podré hacer justicia.
Recuerdo mis primeras clases en la universidad, me aburría mucho, pero a veces levantaba la cabeza cuando comentaban algo que me importaba, generalmente eran cosas “de la vida real”.
Al principio me costó adaptarme, no era mi mundo, mis compañeros no tenían mis mismos intereses y todos amaban el derecho. Menos yo.
Hoy ya salí, y agradezco todo lo que aprendí. Conocimiento es un poder enorme. 
Pero sigo con este tremendo espacio en mi, donde aún no hago lo que quiero. No sé lo que quiero, y por ahora: no hago nada por ello, pero al menos estoy viva. Y eso en estos días es algo bueno.
Ya no sé si estamos viviendo o sobreviviendo, quizás más lo segundo que lo primero.
Hay días felices, si. Días tristes muchos. 
Y bueno, hay que esperar. Siempre hay que esperar.

martes, 25 de febrero de 2020

Amarte

Cuando te conocí tenía miedo porque eras alguien de quien me podía enamorar, y eso no era lo que estaba buscando, al menos no todavía ni con el corazón aún un poco roto.
Pero me contaste y me hiciste soñar en que las cosas podían ser mejores y bonitas. En que se podía derretir esa convicción de que sola es mejor. Y te creí, y no me equivoqué.
Te empece a pensar y a soñar, a veces, a ratos y siempre. No me quería convencer, yo no estaba para esto. Pero me veía ahí, buscándote y queriendo estar contigo, hasta de lejos. 
Gracias por no rendirte, por la espera un poco tormentosa que entregue, pero que no tenía más que miedos. 
Y, ahora algo sobre ti. 
Te preocupa el mundo, la vida, la gente y yo. Pese a todo lo que has tenido que soportar, nunca pensaría que alguien con tantos dolores podría sonreír aún, y sonreír por mi. 
Te admiro, me gusta que me preguntes mi opinión, me gustan tus caricias, me gusta marchar contigo, me gusta tu contención, me gusta cómo me miras, me gustan tus ojos, me gusta tu risa, me gusta tu boca, me gusta que me cuentes lo qué haces,  estaría todo el día diciendo palabras después de cada coma.
Me gusta y emociona que ayudes, que seas profesor y que quieras mejorar el mundo, hacerlo más perfecto, más alto y profundo. Ahora simetría es real.
Me gusta soñarte, pero más me gusta mirarte porque sé que eres real. 
Te quiero cerca siempre. 
Quiero amarte siempre.
Y quiero mirarte siempre.