sábado, 25 de abril de 2020

Resignación

He escrito mucho en esta cuarentena, nada muy alentador, más bien, todo tiene un poco de pesimismo y amargura (características de mi ser de esta cuarentena).
Hay días en que no puedo dejar de pensar, como dice Carla Morrison: mi mente no deja de correr. Me pregunto a mi misma ¿qué pasaría si hubiera tomado las decisiones correctas? Quizás no sentiría hoy esta insatisfacción de lo que voy a ser y hacer.
Pero, luego a lo hecho pecho.
Siempre dude sobre qué estudiar, pero dentro de mi sabía que estudiaría derecho. Pese a que mi sueño siempre fue: enseñar. Lo que sea, donde sea, pero enseñar.
Tenía 18 años cuando lo decidí, y era más idealista que ahora, pensaba yo, quiero mejorar las cosas, quiero cambiar este país y sobre todo aberraba la injusticia, por lo que pensé yo, estudiando derecho de podré hacer justicia.
Recuerdo mis primeras clases en la universidad, me aburría mucho, pero a veces levantaba la cabeza cuando comentaban algo que me importaba, generalmente eran cosas “de la vida real”.
Al principio me costó adaptarme, no era mi mundo, mis compañeros no tenían mis mismos intereses y todos amaban el derecho. Menos yo.
Hoy ya salí, y agradezco todo lo que aprendí. Conocimiento es un poder enorme. 
Pero sigo con este tremendo espacio en mi, donde aún no hago lo que quiero. No sé lo que quiero, y por ahora: no hago nada por ello, pero al menos estoy viva. Y eso en estos días es algo bueno.
Ya no sé si estamos viviendo o sobreviviendo, quizás más lo segundo que lo primero.
Hay días felices, si. Días tristes muchos. 
Y bueno, hay que esperar. Siempre hay que esperar.