Hoy tuve esa conversación que tanto me costo.
Me pare frente a mis papas, entre llantos, con las piernas tiritando y con mis manos sudando: tengo depresión y no sé cómo salir de aquí.
Mi mamá corrió a mi lado y me tomo en sus brazos, cual fuera una niña de 7 años llorando porque se cayó de la bicicleta. Tengo depresión y no se cómo salir de aquí.
Mi papá abrió la puerta, me miró y soltó sus palabras hermosas “qué pasa bebe”. Tengo depresión y no se cómo salir de aquí.
Mis ojos ya no podían más, y entre todas esas lagrimas les conté, cómo si fuera el día de la terapia. Mis errores, mis traumas, el daño que me hicieron y las cosas que quiero olvidar.
Pude ver su miedo y su desesperanza.
Quizás pensaron que era un resfriado, una amigdalitis, no, tengo depresión.
Luego de dos horas contando mi historia, entendieron. Y pidieron perdón por no estar ahí antes, cómo van a creer que no estuvieron, si son la fortaleza de mi vida. Si cada día al dormir pienso en ellos y anhelo que existan para siempre.
“Dime cómo te ayudamos” dijo mi mamá 15 veces, y otras 15 lo dijo mi papá. Vi sus ganas de que esto pasara,
Continué contándoles, ese dolor en mi pecho.
Entendieron más.
Y miramos a mi perrita, lloraba mirándome, sentía hace muchos meses conmigo, y hoy ambas nos liberamos de este dolor silencioso. Hace días mi mamá me decía “oye, tú llegas y la kika te persigue a todos lados y llora mucho”. Yo le respondía que me echaba de menos, pero por dentro sabía que ella sentía mi dolor.
Hoy ya no tiene que guardar el secreto, ya todos lo saben.
Me desprendí de un secreto que solamente guardaba para no hacer daño, no quería que mis papas sintieran este dolor y me vieran así. Ya lo saben y están conmigo.
Que sean infinitos por favor dios.
Todo va a estar bien dijeron, pero este si fue real.
No hay comentarios:
Publicar un comentario